2018, me entero de que Moldavia ya no pide visa a los Colombianos y ya era hora de planear mi viaje en BMX por ese pais tan poco conocido, el problema es que tengo un dedo de la mano roto y no podré saltar, lo pienso un poco y la decisión me toma a mi (no tomo la decisión) de llevar como sea mi BMX. El resultado, ademas de los trayectos en bus o autostop, 250 kilometros pedaleando de pie con ésta bici sin frenos ni cambios por lugares increíbles, durmiendo en casa de personas inolvidables, atravesé la frontera de Rumania y luego la frontera con Transnistria (pais independizado de Moldavia) y llegué a la frontera con Ucrania, y fue tanto lo que me dió el campo y la ruta que al final no quería llegar a la ciudad, Chisinau (pronunciado “kishinau”), sentimiento parecido cuando después de recorrer de Beijing el desierto de Gobi, no quería llegar a Ulan Batar.
El recorrido ahora que ya está hecho me parece épico comienza en Iasi, Rumania, no puedo creer que Rumania era un pais inalcanzable para mi pero ahora es la segunda vez que voy con bicicleta, En el aeropuerto me preguntaron directamente si traía drogas y me hicieron pasar mi bici por los rayos-X, nada nuevo. Luego me recibió una ciudad hermosa y muchos riders de BMX con los que monté un rato excusándome por tener mi dedo roto. Me acompañaron hasta la estación donde tomaría el tren casi desconocido de un solo vagón que une Rumania con Moldavia y en el cual yo era el único extranjero. Los guardias Rumanos me preguntaron mi proyecto y en el momento sonaba ilógico aún para mi, iba a recorrer Moldavia en bicicleta.
Llegué a las 8 pm a Ungheni, Moldavia, pasé inmigracion empujando mi bicicleta y cambié 70 Euros (mas adelante cambié 60 y eso fue todo o que gasté en 15 dias) la chica del cambio me habló en español y al preguntarle por un hotel, me invitó a quedarme en las camas que usan los funcionarios de la aduana! compartí cuarto con un funcionario Ucraniano que me hablaba en ruso. Recorrí el pueblo y elegí un café para comer algo, al otro dia estaba ya en las calles a las 7 de la mañana.
Yo quería pasar por Ungheni por dos razones, había paso de tren y llevar la bici es mas fácil que en un bus, y además podría ver el puente Eiffel, construido en 1886 por el Francés que hizo la torre en Paris, pero está en territorio militarizado, yo no lo sabía y me fui por caminos y a orillas del rio buscándolo. cuándo lo encontré había un militar que por supuesto me pidió mis documentos, que borrara las fotos tomadas y me llevó a la salida del cuartel, porque yo estaba adentro! sus compañeros se rieron al expulsar un turista Colombiano en bicicleta, seguramente fue una buena historia para sus amigos.
Con un destino a 27 kilometros, me tardé unas 6 horas, paraba donde se me daba la gana, comía helados en las tiendas de los pueblos, me perdía por los caminos y sobretodo, pensaba mucho. Lo mejor era cuando me sentaba mirando los campos de girasoles o los viñedos y sacaba el khefir, yogurth agrio, pan y queso de cabra, y comía mirando los pocos autos pasar. La verdad fue fácil, algúnas colinas eran imposibles para mi pequeña BMX, asi que caminaba, bajo el sol, muy a mi agrado porque disfrutaba de la soledad, ningún coche se ofreció a llevarme, aunque miraban curiosos al tal vez único ciclista de las rutas.
Llegué a casa de Nina, transladada a Macaresti por los soviéticos, ella pasa temporadas trabajando en España, Londres, Italia y Rusia, siempre viaja en bus. He escrito su historia en mis host en Moldavia. Macaresti es un pueblo al borde del rio Prut, frontera natural con Rumania, Nina dice que aún hay muchos animales salvajes gracias al aislamiento de ser en otras épocas resguardada por cercas y soldados Rusos, entrando por una ventana visité la antígua escuela, donde ví documentos, libros, fotos y diplomas de hace algúnas décadas, en éstos pueblos Moldavos nunca ví una plaza principal, los pueblos son solo casas al lado y lado de la carretera.
Rodé los 40 kilometros hasta Nisporeni luego de una descansada noche, fué penoso, largas colinas que tube que subir a pie y no fue facil encontrar la casa de Sasha, exmilitar de tiempos sovieticos, con energía juvenil y estilo de vida anarquista, sin agua en su casa, nos bañamos en una construcción, con los obreros y en un pozo de los muchos que hay allí. Había siempre vino, siempre casero hecho por él, verduras de su huerta o regaladas por amigos salteadas con especias, y cuanta cosa me ofrecia, yo la comía, como me gustaría que hicieran mis huéspedes. Visitamos el pueblo, conocí a sus amigos, fuí invitado de honor en el museo y finalmente me invitaron la cena en el restaurante del barrio, sopa y empanaditas.
La siguiente parada es Calarasi, para llegar allí monté en la cmioneta de un hombre llamado Ion, (conocí a muchos Ion), quien me ahorró 30 km de los 90 km del camino, el resto del trayecto fué largo pero interesante, planos sin fin y largas cuestas en donde llegué a asustarme porque mi zapató se rompió y ya sentía el pie rozando el suelo y no podía frenar. Me reí muchísimo al lado del camino, con un hueco en mi zapato y aún un largo trayecto por hacer.
Llegué a Calarasi sin otro inconveniente, busqué juiciosamente l dirección de Raisa e Ion, la sala de banquetes Goldana, llegué en la mitad de la fiesta de un bautizo, me prestaron pantalón, camiza y zapatos y me uní al banquete y a la fiesta, bailamos en circulos y tube que rechazar varias veces la invitación de una Moldava poco agraciada que quería llevarme a su casa, al siguiente dia, la fiesta era un matrimonio, las dos noches que pasé allí descansé, conocí el pueblo y me senté a la mesa con maestros de ceremonia y con invitados, nunca nos faltó ni el coñac Calarasi ni la Champagne Moldava y mucho menos el vino casero de la abuela.
Antes de irme de Calarasi otro Ion me invitó a su humilde casa, con huerta, cabras, pollos, golondrinas, viñedo y muy bonita, hecha de a pocos con el salario de un trabajo lejos, en Francia, donde se puede ganar 10 veces el salario Moldavo, sufuciente para hacer las mejoras en la casa. Ion y su esposa Natasha me invitaron a desayunar y me despidieron con tomates y quezo de cabra, que me duraron varios dias de ruta.
Balti, pronunciado “beltz” estaba a 100 kilometros, imposible para una BMX sin frenos, los primeros diez los hice atravezando la montaña en una mala idea de cortar camino, cuando llegué a la ruta me sentí libre y comencé a poco a poco descontar kilometros, parando a tomar agua en los pozos, comiendo uvas y peras del camino, aunque a veces hay perros cuidando lso cultivos, tambien pensaba, como siempre y repetía una y otra vez “al lado del camino” de Fito paez, con pena por no poder escucharla.
Los últimos 30 kilómetros los hice en auto stop, es fácil, a falta de transporte público es normal parar los coches en la carretera para transportarse, el hombre que me recogió me dejó a las afueras de Balti, sin un lugar donde dormir, y aunque pequeña, era la primera ciudad que visitaba y comenzaba a extrañar el campo, esperé hasta la noche con la esperanza de encontrar un techo gratis, recordé al gran autoestopista André Bougrineaux, quien nunca pagó hotel, simplemente dormía escondido en donde pudiera, solo conseguí un cuarto en el hotel “Balti” por 9 euros tube un cuarto limpio, aunque sin ducha, por eso fuí a pedir la ducha prestada a los Bomberos, y al otro dia me bañé gratis en la piscina “Calipso”.
Soroca, Antigua ciudad protectora de Moldavia pero lo que me hizo llegar hasta allí fue el rio Dniester, una delgada linea que para mí separa lo accesible con lo inaccesible, Ucrania! al otro lado del rio cambia el idioma, cambia la escritura y comienza territorio al que no puedo llegar porque Ucrania siempre nos ha pedido visa y siempre ha sido muy difícil. por eso, 10 kilometros adelante, cuando llegué al paso fronterizo y los guardias me propusieron dejarme pasar en el barco pero sin saber si los Ucranianos me dejarán pasar, yo simplemente me evité problemas porque sé que no me dejarán pasar y además mi cabeza está en Moldavia.Uno de los guardias me recogió en el camino y me dejó en la ciudad de Soroca.
Segunda vez que no tengo en donde dormir y no tube mas opción que negociar un cuarto en un hotel, 14 euros por un lindo cuarto con ducha, dormí lo suficientemente bien para partir 130 kilómetros al sur, quería ir hacia Transnistria, un pedazo de Moldavia separado en 1991, independiente y bajo el protectorado de Rusia, encontré un microbus con destino Odessa, la famosa ciudad donde Rusos, rebeldes y Ucranianos se pelean por el sur de Ucrania y Crimea, sentía que nada podía detenerme, yo podía si me daba la gana entrar a Ucrania, saltar en ferry a Turquia, pasar a Georgia, Armenia y Azerbajan y quien sabe a donde mas, pero como lo dije, mi cabeza estaba en Moldavia, así que me bajé en Causani, sur de Moldavia, y debía pedalear 46 kilómetros hasta Tiraspol, capital de Transnistria, un almuerzo de 2 euros y emprendí la ruta, campos de girasoles, de maiz y viñedos a lado y lado, casas campesinas y pequeños pueblos, camiones antiguos transportando productos y los típicos Lada seguramente de la gente de la región.
Salí de Causeni al medio día y legué a tiraspol a las 10 de la noche sin energía y sin dinero local para comprar comida, antes tube que pasar la temida frontera, en Transnistria no gobierna Moldavia, la frontera está cuidada en ambos lados y yo pasé pedaleando, me dieron permiso de tres dias pero yo solo pensaba pasar una noche allí. me perdí en la ciudad de Bender, que es más un pueblo grande incrustado entre sembradios de Maíz, crucé el puente del rio Dnister, el mismo rio que al norte me separaba de Ucrania, y me topé con una playa milagrosa donde pude bañarme y recobrar las energías. Un hombre me recordó que ya no estaba en Moldavia al corregirme de “bichicleta” diciendome que el nombre correcto era el Ruso “velochicleta”
Aun me faltaban 10 kilómetros para Tiraspol pero yo no podía mucho mas y en las tiendas no me aceptaban los Lei Moldavos, los cajeros ni el supermercado no reconocían mi tarjeta Francesa así que un hombre terminó pagando por unos bananos y un yogurth que me dieron las fuerzas para llegar a mi destino.
En Tiraspol tenía la sensación de ser el primer Colombiano en haber pisado tierras Transnistrias, o por lo menos ser el único Colombiano en ese pais, se que no lo era, aunque tal vez si soy el único Colombiano en entrar al pais en una bicicleta, y claramente soy la única rider de BMX del país. Me pregunto cuántas historias han pasado otros Colombianos aquí y quien fué realmente el primer Colombiano en caminar éstas tierras y en que año, pensándolo un poco, hace tan solo 100 o 120 años, en el 1900, habrá algún Colombiano dejado el campo en Colombia para por ejemplo, viajar varios meses en barco a España a buscar fortuna y luego haber atravesado 10 o 15 países sin saber la lengua para finalmente llegar a Moldavia y Transnistria? o pongámonos mas fácil, hace solo 50 años, en 1950 o 1960, también parece poco probable que un Colombiano halla llegado hasta aquí. Cuento un poco sobre mi estadía en Tiraspol en mi post “mis host en Moldavia“. En la noche las vendedoras de flores me hicieron sentar a beber con ellas, hasta que otras me hicieron saber que era muy peligroso, y entonces me fui pensando que a veces hay que tener un poco de cordura y buena suerte. En la mañana mi anfitriona me llevó a ver el amanecer en el rio Dninister a las 6 am, luego a montar en el único Skatepark, hablamos y desayunamos y caminamos por las calles en una relación visitante-visitado en la que nos ayudamos mutuamente.
No pensé salir de Transnistria pedaleando, hacía mucho calor y la ruta de llegada había sido una gran cuesta abajo que tube que bajar caminando porque mi bicicleta no tiene frenos, y no pensaba subir esa misma cuesta otra vez caminando, así que tomé un bus, por unos 4 euros me dejaron una hora y media mas tarde en Aneeni Noi, a solo 40 km de la capital de Moldavia, mas exactamente en Tintoreni, donde Vasile me esperaba, y no solo él sino toda su familia, sus 3 hijos, esposa y madre. Vasile trabaja en Francia y tubo que dejar su vida y su familia para ir a ganar dinero, solo quienen salen pueden progresar, decía el al mostrarme las casas de su pueblo. Comida por montones, té y galletas, arroz con leche, leche ordeñada por nosotros de sus vacas y por supuesto queso, todo me lo ofrecieron. Al día siguiente me dirigí hacia la capital, entre más cerca estaba mas ganas me daban de regresar al campo y mas coches entorpecían la ruta, así que decidí hcer un desvio, uno de los mas duros porque fue unas 2 o 3 horas en caminos de tierra para poder llegar a la cava mas grande del mundo, una decepción porque solo se puede entrar reservando y con un autobus contratado, no se puede en bicicleta, dijeron. Ni siquiera intenté convencerlos, no me importaba para nada visitarla y entonces regresé a la avenida y retomé el camino hasta Chisinau, donde Angelos me esperaba en su lujoso apartamento, un Peruano radicado en USA que estudia odontología en Moldavia, recorrimos las calles casi solitarias de la capital, rodamos el skatepark de Moldavia y tomé las primeras cervezas del viaje, en mi penúltima noche.
Y la última noche la pasé durmiendo en el aeropuerto de Isai, Rumania, crucé al frontera de nuevo, de Moldavia a Rumania en un bus donde yo era el único extrankero y el guardia que me pidió el pasaporte reia preguntando que estaba haciendo en Moldavia. Al llegar a Iasi recuperé en un hostal donde no tenía cama la bolsa donde transporto mi bicicleta, yo acababa de llegar de casi dos semanas en el campo en Moldavia y los mochileros contaban sus historias mochileras de India, China y Europa, yo no lo soportaba y decidí irme pedaleando hasta el aeropuerto y dormir allá. los 4 kilometros hasta el aeropuerto me parecían tan fáciles de hacer, pero por primera vez en el viaje sentí el peligro de hacerlo a las 2 de la mañana y al lelgar a las afueras de la ciudad de Rumania, pagué los 4 Euros del taxi y así llegué a mal dormir al aeropuerto.