En Moldavia solo pagué dos noches de hotel, el resto de las dos semanas dormí en casa de la gente, con un dedo roto decidí darle la vuelta al país en mi BMX, sin frenos y sin cambios, con una mochila de solo 3 kg y medio enamorado rodé bajo el sol del verano. Yo sabía que sería grandioso, pero no tenía idea de que sería mejor de lo que esperaba. Cada una de las personas que me acogieron me regalaron sus historias, su comida y su techo, yo lo aceptaba todo como yo mismo lo habría dado. Aqui cuento las historias de algunos de ellos.

Sasha

Sasha fue deportado de USA y ahora vive ligero, pasa sus dias sin cambiarse de ropa, sin zapatos, sin deseo de dinero, en su natal Nisporeni en Moldavia, ex militar de la época soviética y una madre deportada a Siberia, sin agua en casa debe traerla de los pozos públicos de la calle y como en todas las casas, siempre hay vino casero, legumbres del patio trasero y huevos de su gallina para cocinar. Ahora repara televisores y lavadoras mientras espera una oportunidad mas para volver a America. Sin ducha, nos bañamos en un pozo o en el estadio en construcción, con los obreros. Sasha, una gran persona contaba con emoción casi delirante sus historias en Estados unidos y en Moldavia, y su pasion por los detectores de metales, me presentaba con cada persona que se cruzaba, fue suya la idea de subir con la bicicleta al antiguo taller de tractores que estaba frente a su casa, querido tambien en su barrio, las chicas del restaurante no me dejaron pagar la cuenta de un almuerzo que tomamos. A su casa en Nisporeni llegué pedaleando desde la casa de Nina en Macaresti,

Nina

Nina, desde épocas soviéticas ha viajado en bus varias veces para trabajar en los campo los 3400 kilometros que separan Calarasti de Madrid, los 2600 km hasta londres, los 1800 km hasta Italia, los 1300 km hasta Moscú para vender las peras de su jardín. y los 400 km hasta Bucarest para vender cigarrillos. Solo ir y volver una vez son 17000 kilómetros. Dos veces la distancia entre Colombia y Europa!!!! quien es la viajera? ella o yo?

Nina, separada de un odontólogo en épocas soviéticas, fueron transladados a Calarasti, frontera con Rumania, el rio Prut dividó las dos Rumanias desde 1945, que nunca se unificaron cómo si lo hizo Alemania en 1989. Con tres hijos, pasaban los inviernos de hasta -30 grados, con una vaca en casa para tener leche y la comida enlatada para el invierno, los Rusos controlaban el gobierno y la producción, los trabajos eran pagados con azucar y aceite y el Ruso era una lengua oficial, al irse los Rusos en 1989, se llevaron el Rublo, la moneda, se llevaron lo que pudieron y dejaron a Moldavia sumida en 3 años de miseria. Nina viaja y trabaja libre por Europa gracias al pasaporte Rumano al que todos los Moldavos tienen derecho y vive sola en su casa de Calarasti, a donde llegué pedaleando desde Ungheni, la frontera con Rumania en donde dormí invitado en aduana.

Galina

Galina, con quien tube las conversaciones más sinceras, una profesora y cantante que vive en la capital de un país entre Moldavia y Ucrania que no es reconocido por nadie, Transnistria, independiente de Moldavia desde la caída de la unión Soviética y donde me corregían el Moldavo “bicchicleta” por el Ruso “veloctchicleta”. Galina me llevó a las 6 de la mañana a ver el amanecer en el rio y a rodar el skatepark, me hizo un riquísimo desayuno y me contó sus historias en un excelente Francés, aunque fue ella quien lloró por la mía. Estoy seguro de que nos volveremos a ver y que le espera una linda vida por delante. A Tiraspol llegué pedaleando desde Causeni,  después de 8 horas en la ruta y haber pasado la frontera no tenía el dinero local y un hombre amablemente pagó por mi comida. En la noche parece que las vendedoras de flores se emborrachan y se vuelven peligrosas!.

Raisa e Ion

Me quedé dos noches en la sala de banquetes que lleva Ion, comí de las mejores cenas y bailé en sus fiestas con camisa, pantalón, cinturón y zapatos prestados de su hijo, bebí mucho, muchísimo coñac Calarasi, la marca del pueblo y conocí en sus fiestas Moldavos viajeros, inmigrantes económicos, Ion me invitó a volver hasta Francia en su Microbus que hace los 2000 km a Paris mensualmente y uno de los tantos buses que van y vuelven cargados de Moldavos y de sueños, necesidades y paquetes de productos de un lado y del otro. Raisa trabaja en Francia con sus dos hijos, pero en Moldova es una elegante gerente de su casa, trabajadora y muy generosa. Un matrimonio que ha sabido llevar la distancia y los años y un amor por sus orígenes moldavos y las oportunidades de Francia. Con Raisa hablaba en Francés, con Ion, que habla Rumano hablaba en Español y mi inexistente Italiano. A Calarasi llegué pedaleando desde Nisporeni, la casa de Sasha,y de allí salí hacia Raciuca, lugar de monasterios donde me invitaron a almorzar en una casa, y de allí mi mas larga travesía… 90 km hasta Balti, de los cuales hice unos 40 en autostop.

Vasile

Vasile se ofrecîo a hospedarme por un anuncio que puse en fb, pensé que era un soltero desocupado, pero finalmente era un hombre importante en su pueblo, Anenii Noi, Vasile trabaja en Francia y aprendió Frances sin cursos en solo 9 meses y ahora pasa largas temporadas trabajando lejos de su familia pero ha logrado sostener su hermosa casa, su madre, esposa y 3 hijos,todos del pueblo y la huerta típica Moldava de donde salen los alimentos, y también las dos vacas que debe llevar al potrero todos los dias para recogerlas en la noche y obtener los 3 litros de leche diarios para hacer queso.

Trabajar en Europa es un buen negocio, me mostraba las casas del pueblo, esas, como la suya grandes, bonitas y renovadas eran siempre de emigrantes trabajadores en Alemania, Italia, Grecia o Francia como él, esas destruidas o envejecidas eran de Moldavos que no se atrevieron a salir.

Con Vasile tube café, té, queso fresco, legumbres y cuanta cosa tenían de la huerta y su nevera, yo lo aceptaba todo cómo me gustaría que aceptaran mis propios invitados y contaba cómo Colombia se parecía a Moldavia solo que hace muy buen clima en mi pais y parece más peligroso, paradójicamente no fue en Colombia donde ordeñe por primera vez, fue en Moldavia. Sus hijos ya aprenden idiomas, Victor tiene una novia y sale en la noche libre por el pueblo, que no tiene ni una sola plaza, solo calles polvorosas, Michelle, hija de 18 años trabaja en un Hostal en la capital. Han pasado unas semanas después de mi viaje, sigo intercambiando mensajes con Vasile y viene a mi casa para tomar un café. A Anenii Noi llegue en Bus desde Tiraspol, pero me fui de allí hasta la capital en un muy difícil trayecto de unos 40 kilómetros.

Clemencia

Clemencia, como se presento esta linda Moldava en la estación de tren que también es aduana y frontera con Rumanía, realmente no me hospedó, pero siendo las 9 pm y yo sin donde dormir me llevó a la residencia de los funcionarios, donde me dieron una cama limpia y una ducha. Clemencia había aprendido Español por gusto y no acepto mi invitación a cenar en este pueblo/frontera que se llama Ungheni. En la residencia compartí cuarto con un hombre Ucraniano con el que hablé en Ruso, realmente era él quien hablaba en Ruso y yo inventaba palabras como “turisti” “bichicleta” “mangare”. À un así entendí que su trabajo era revisar los documentos. A Ungheni llegue en un tren de un vagón que sale desde Iasi, Rumania y en el que yo era el único extranjero. no hay una carretera directa en ésta frontera que está separada por el puente Eiffel; construido por el famoso arquitecto Frances para los Rusos en 1886 en preparación para al guerra Ruso-Turca de 1877 que finalizo con la independencia de Bulgaria, Rumania y Montenegro.

Moldavia fué mucho mas que ésto, dejo algunas fotos para demostrarlo…

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